A medida que pasa el tiempo y con el ajetreo propio de cualquier fotógrafo profesional o aficionado, es posible tener que movernos por diferentes ambientes donde el sensor de nuestra cámara se mantiene expuesto al contacto de suciedad. Por suerte, existen varias técnicas prácticas para retirar el polvo y evitar una eventual complicación en el mecanismo interno de la cámara.
Cada vez que se efectúan cambios en los objetivos de la cámara, existe una buena cantidad de polvo que se introduce en el interior de la cámara. Con el paso de los meses, esta actividad puede hacer que nuestro equipo se haga vulnerable y sufra algunos cambios que impidan un mejor control y una experiencia óptima de trabajo.
El secreto para evitar el polvo en el sensor está en recurrir a la simple lógica de la gravedad, efectuando el cambio de un objetivo con la cámara enfocando hacia arriba. Recuerda que la idea es acomodarte de manera tal que puedas fijar los puntos de alineación de manera rápida.
Bastará con orientar el cuerpo de la cámara hacia arriba y colocando el montaje del objetivo hacia el piso. De esta forma estamos evitando que el polvo que se expande por el aire ingrese a esta zona de la cámara.
Muchas personas piensan que la solución para evitar el polvo en el sensor está en proteger la cámara con fundas y materiales especiales. Sin embargo, te sorprendería saber que un simple rasguño podría afectar el cristal que se ubica detrás de los objetivos, lo que provoca una disminución importante en la calidad de imagen.